Publicado en el el diario Clarín el 28 de mayo de 2025
¿Dónde está el sable corvo de San Martín? Esta fue la pregunta que Clarín le formuló a tres fuentes luego de acceder a la versión de que el famoso sable que constituye una de las dos reliquias del Museo Histórico Nacional (MHN) más visitadas por el público podría pasar a manos del Regimiento de Granaderos, donde ya estuvo custodiado y sin acceso de visitantes, conforme a un pedido que habría sido formulado al ministerio de Defensa.
Los historiadores sanmartinianos, celosos custodios del acervo del Padre de la Patria, se pusieron en alerta pues esta semana la versión se fortaleció con un “está decidido el traslado del sable del Libertador” del Histórico a Granaderos. Sin embargo, tanto las autoridades de Cultura de la Nación, que conduce Leonardo Cifelli, como de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei, estarían a favor de que se respete la donación de los herederos del preciado símbolo patrio. Eso es: los herederos de Juan Manuel de Rosas al MHN.
El sable del Libertador y la bandera de Macha, una de las dos que perteneció al Ejército de Manuel Belgrano y fue descubierta en 1883, son las dos piezas más valiosas del MHN. Según le cuenta a Clarín su director, el historiador Gabriel di Meglio, “el público viene muy especialmente a ver esas dos piezas originales al museo”. Incluso, comenta, el sable cuenta con custodia permanente de los Granaderos.
Antes del exilio
Las razones del pedido de Granaderos no están claras. Cuando San Martín dejó el país recaló en principio en los suburbios de París, antes de anclar en Boulogne sur Mer. Previo a su partida le cedió su sable a Juan Manuel de Rosas, para que en su huida posterior a la derrota en la batalla de Caseros, le facilitara su exilio en Inglaterra. Todo esto según nos contaron los historiadores.
A la muerte de Rosas, la espada quedó en manos de su hija Manuelita de Rosas quien se casó con Máximo Terrero. Los herederos del matrimonio tomaron la decisión de donar la espada al fundador del Museo Histórico, Adolfo Carranza. La institución fue creada en 1889.
Así quedó plasmado en una carta de puño y letra de Manuelita de Rosas Terrero, quien falleció en 1898. El Museo conserva en original y facsímil la carta de Manuelita, una de los tres hijos legítimos de Rosas (además tuvo otros no reconocidos con su amante Eugenia de Castro).
En la década del 60, concretamente en 1963 y en 1965, dos grupos armados, luego desmantelados, robaron el sable con la intención de llevárselo a Juan Domingo Perón a su residencia de Puerta de Hierro, en Madrid, España.
El ejército abortó los dos robos y un año después, por un decreto de Juan Carlos Onganía, cuyo golpe de Estado destituyó al presidente democrático Arturo Illia, se ordenó que el sable de San Martín pasara a ser custodiado por los Granaderos.
La vuelta al Histórico
Pasaron 49 años hasta que un nuevo decreto, de la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner en 2015, ordenó la restitución del sable del Libertador al acervo del MHN, donde se encuentra inventariado.
Las razones por las cuales ahora Granaderos, a través del ministerio de Defensa, está reclamando el emblemático sable sanmartiniano, no están claras. Sobre todo porque Defensa, según las fuentes consultadas, tiene algunos museos pequeños, pero el Histórico Nacional es el elegido por los herederos de la pieza histórica como reservorio y custodio.
No solo del sable del Libertador, sino también de todos los bienes que la familia Balcarce (sucesores por parte de Merceditas San Martín, única hija legítima del prócer) donaron al museo. Desgajar ese acervo sería realmente incomprensible.
De todos modos, como ya mencionamos, las autoridades de Cultura no han considerado sacar el sable del Museo Histórico para mandarlo al Regimiento de Granaderos. Por el momento.
“El sable le llegó a Rosas entre 1850 y 1851 justo antes de que cayera (luego de la batalla de Caseros). Se va a Inglaterra y se lleva el sable consigo. El sable vuelve al país en 1897, oportunidad en que fue entregada al museo”, cuenta a Clarín el director Di Meglio.
En las primeras décadas del siglo XX, un decreto del entonces presidente de facto José Uriburu fijó como destino del sable sanmartiniano al Museo Histórico Nacional.
En los años 60 uno de los robos de la espada sanmartiniana ocasionó la renuncia del director del Museo Histórico, capitán de navío Humberto Burzio. A partir del segundo robo, el comando del ejército lo puso en custodia del Regimiento de Granaderos a caballo en 1967. Así el famoso sable permaneció en Granaderos desde esa fecha hasta 2015.
El MHN tuvo distintos momentos en relación con la reliquia histórica. Hubo algunas gestiones en las que exigió el retorno de la pieza a su sede. Mientras no estuvo allí disponible hubo una vitrina vacía en la que se mencionaba que estaba preparada para el regreso del sable del Libertador.
Hubo directores que reclamaron el regreso del acervo sanmartiniano al Museo Histórico con excepción del sable. Este fue el caso del exdirector ya fallecido Juan José Cresto, que incluso lo hizo público.
En 2014 el Museo Histórico hizo la muestra San Martín, mucho más que un prócer. Este fue el último período de presencia del sable corvo en el Regimiento de Granaderos. La muestra se co-organizó entre el Instituto Sanmartiniano, el Museo Histórico, el Museo Udaondo y Granaderos que llevó el sable. Duró 10 semanas y la espada se exhibía de martes a sábados con custodia de los Granaderos.
Hubo un espectáculo muy atractivo con presencia renovada de Granaderos que custodiaban el sable y se turnaban en las guardias.
En 2015, el Museo le pidió a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner el retorno del sable corvo a su acervo. Así se dictó el decreto que marcó el regreso de la reliquia histórica a su morada actual. Eso marcó un diferendo tenso entre Granaderos y el Museo Histórico, según nos comentaron las fuentes.
Desde entonces la campaña por trasladar la espada sanmartiniana no ha cesado, en virtud de que sufrió dos robos (claro que eso fue hace 60 años) y con el argumento de que las medidas de seguridad en el Histórico no son suficientes.
¿Por qué recrudece ahora esta versión? Por la medida adoptada por el ministro Federico Sturzenegger de disolver algunos institutos históricos, convertir al Instituto Nacional Sanmartiniano en Museo y ante la incertidumbre sobre qué pasará con los respectivos acervos de las instituciones que serán fusionadas en un solo organismo de investigaciones históricas.
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Como el artículo publicado en Clarín, adolecía de varias imprecisiones, mandé una carta mediante correo electrónico, dirigida a la autora de la nota, haciendo notar esos datos erróneos, pero no recibí ninguna respuesta. He aquí mi carta:
Villa
Ballester, 30 de mayo de 2025
Sra. Susana
Reinoso
De mi
consideración.
Soy suscriptor de
la edición digital del diario Clarín y motiva la presente, el artículo de su
autoría publicado en el diario Clarín del día 28 ppdo. (pág. 48) “El sable
corvo de San Martín…”
Me permito hacer
algunas observaciones, sobre distintas apreciaciones realizadas en dicho
artículo, aclarándole que en el N° 672 de enero de 2024 de la revista Todo es
Historia, fundada por Félix Luna, hace ya más de 58 años, se publicó un
artículo de mi autoría –que adjunto a la presente– sobre el testamento del
Libertador y en el cual me refiero también por tener conexión con el mismo –como
más adelante me referiré–, del preciado sable corvo.
Le señalaré cuáles
son sus erróneas apreciaciones y la real historia:
1. Ud.
manifiesta: “Previo a su partida le cedió su sable a Juan Manuel de Rosas, para
que en su huida posterior a la derrota en la batalla de Caseros, le facilitara
su exilio en Inglaterra”.
San Martín,
dejó América por segunda vez en 1824, recalando en El Havre, para pasar de
inmediato a Inglaterra y posteriormente a Bélgica. La primera vez lo había
hecho siendo niño en compañía de padres y hermanos rumbo a España. Regresó al
Río de la Plata en febrero de 1829, no desembarcando en Buenos Aires,
disgustado por la situación de guerra civil originada por el motín de Lavalle
el 1° de diciembre de 1828 y el posterior asesinato de Dorrego; sí desembarcó
en Montevideo donde residió un par de meses, yéndose nuevamente a Europa, desde
nunca más regresó a nuestra América. En ese momento Rosas estaba batallando
contra los unitarios, liderados por Lavalle a la cabeza. No fue en esa circunstancia
que San Martín “cedió” su sable a Rosas –a quien no conocía personalmente-, y
menos aún tuviera en cuenta hechos que sucederían 23 años después cuando tuvo
lugar la batalla de Caseros y Rosas se exilió en Inglaterra, por lo tanto el
sable “no le facilitó (a Rosas) su exilio en Inglaterra”, no se explica tampoco
que la tenencia del arma le hubiera facilitado el exilio. Los hechos
históricos, son distintos a como Ud. lo relata y son los siguientes. No hubo
ninguna cesión del sable; en su testamento ológrafo redactado por San Martín,
en París el 23 de enero de 1844, en su cláusula 3ra., legó su sable a Juan
Manuel de Rosas “…como una prueba de la satisfacción que como Argentino he
tenido al ver la firmeza con que ha
sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los
extranjeros que trataban de humillarla”. Cesión y legado testamentario son dos
cosas distintas. Al fallecer el Libertador, le fue comunicado a Rosas de la
manda testamentaria y por eso se le envió la reliquia, que el gobernador llevó en
su exilio a Inglaterra, después de ser derrotado en Caseros.
2. En su
artículo Ud. habla del sable y la espada de San Martín, como si fueran
sinónimos, cuando, si bien ambas son armas blancas, la espada es de hoja recta
y en el sable lo es curva, de allí que cuando nos referimos al arma
sanmartiniana decimos correctamente “el sable corvo de San Martín”. Si bien
debo decir también que Rosas en su testamento se refirió a la “espada que me
dejó el excelentísimo señor Capitán
General Dn. José de San Martín…”. Muchos historiadores, también comenten el
mismo error suyo. En realidad, debe hablarse de “sable”.
3. Ud. afirma: “A
la muerte de Rosas, la espada quedó en manos de su hija Manuelita de Rosas
quien se casó con Máximo Terrero. Los herederos del matrimonio tomaron la
decisión de donar la espada al fundador del Museo Histórico, Adolfo Carranza.
La institución fue creada en 1889”.
La verdad
histórica, es esta: En su testamento ológrafo del 28 de agosto de 1862, Rosas
hizo un legado del sable sanmartiniano a su “primer amigo” Juan Nepomuceno
Terrero, a la muerte de este, pasaría a su esposa y ante su fallecimiento, a
los hijos, por orden de nacimiento. Cuando falleció Rosas y ante ese mandato
testamentario y habiendo fallecido el matrimonio Terrero, el sable pasó a su
hijo Máximo, yerno de Rosas, ya que el mismo se encontraba casado con Manuelita
Rosas –no Manuelita de Rosas-. Por lo tanto el sable fue propiedad de Máximo y
no de Manuelita.
En 1896, el
primer director del Museo Histórico Nacional Adolfo P. Carranza, inició las
gestiones para obtener la donación de la reliquia a dicha institución, a cuyo
fin le envió una carta a Manuelita que contenía elogiosos comentarios a su
padre, a fin de obtener la donación del sable. Manuelita intercedió ante su
esposo –propietario de la reliquia- quien accedió a realizar la donación “a la
Nación Argentina”, expresando el deseo de su familia “en cuanto al destino que
se le diera al sable, sería el que fuere depositado en el Museo Histórico
Nacional, con su vaina y caja, tal cual fue recibido el legado del General San
Martín”. Entonces vemos que Carranza no fue el destinatario de tan valiosa
donación.
4. Cuando
Ud. se refiere a la hija de Rosas, la nombra como: “Manuelita de Rosas” tal
como lo señalé en el punto 3 y “Manuelita de Rosas Terrero”, lo cual no es
correcto pues no se trata de un doble apellido. En realidad debió ser Manuelita
Rosas de Terrero –“Manuelita” era como familiarmente se la llamaba y se la
conoce en la historia, ya que su nombre era Manuela Robustiana Rosas-. Y lo “de”,
pues ella era esposa de Máximo Terrero. Lo correcto es: Manuelita Rosas de
Terrero.
5. Si bien
esto que voy a decir no tiene que ver con lo por Ud. escrito, señalo, tal como
lo pude comprobar en una oportunidad en que visité el MHN, que al sable
exhibido, como lo muestra la fotografía que acompaña su artículo, le falta la
“dragona”, que sí vi exhibida en el Cuartel de Granaderos, cuando el sable se
encontraba allí, previo a ser trasladado al MHN.
Si a la dirección
del diario le interesa una colaboración mía referente al tema del sable corvo,
con todo gusto lo haría, sobre todo para brindar información precisa a los
lectores, sobre un tema importante de nuestra historia y de acuerdo a la
importancia de este medio gráfico nacional.
Además, si me
permite, y con toda humildad, le aconsejo que cuando trate temas históricos se
informe cabalmente sobre los mismos, para evitar incurrir en errores, que en
definitiva desmerecen su trabajo y confunden al lector con datos erróneos.
Sin más la saludo
con la mayor atención.
Norberto Jorge Chiviló
