Publicado en el suplemento Campo del diario La Nación el 18 de octubre de 2025
Dionisio
Schoo Villafañe nació en Tucumán el 8 de octubre de 1811, hijo de Juan Shaw y
Feliciana Villafañe. Tras el fallecimiento de su padre, fue enviado junto a sus
hermanos menores a estudiar a un colegio en Buenos Aires. Allí, el director
sugirió a su madre adaptar el apellido familiar a una forma más castellanizada:
“Schoo”.
Desde
joven, Dionisio se sintió profundamente comprometido con las labores rurales.
Según relata su nieto Dionisio Schoo Lastra en el libro Lanza rota, gracias a
la recomendación de José María Ezcurra, ingresó como capataz en la Estancia San
Martín, propiedad de Don Juan Manuel de Rosas.
En el
Archivo General de la Nación (Sala X, Secretaría de Rosas), se conserva una
valiosa correspondencia entre Schoo y Rosas. Estas cartas dan cuenta, con gran
detalle, de la vida y el manejo de la estancia, incluyendo movimientos de
hacienda, de salarios, novedades y requerimientos. Muchas de estas misivas
revelan costumbres y prácticas rurales de la época. A continuación, se
presentan algunos extractos significativos:
Schoo
solicitaba raíces de guaycurú para preparar ungüentos con grasa, utilizados en
el campo por sus propiedades astringentes y hemostáticas
El 15
de octubre de 1842 informó que el peón Lorenzo Ponce falleció tras recibir una
puñalada en el abdomen al caerse del caballo, por llevar el cuchillo al frente
en vez de a la espalda.
Para la
esquila, era común la solicitud de hilo para atar los fardos de lana. Un
comprador recomendaba, para aumentar el precio de venta de la lana, “lavar” las
majadas entre 6 y 15 días antes de esquilar, para ello explica el 28 de
septiembre de 1844 que, en el arroyo, en una bajada con dos manguitas, pasan las
ovejas hasta 6 veces y que en el medio nadan entre 2 o 3 varas. El 1° de
octubre de 1844, pidió unas 500 latitas con una letra en el centro, similares
al tamaño de “un real cobre”, para entregarlas a los esquiladores por cada
oveja terminada.
Como
Rosas le había comentado que en Palermo había juncos en abundancia, le solicita
cantidad para los ranchos de San Miguel y San Juan, de 14 varas de largo por 5
de ancho, cada uno. Estima dos carretas de juncos para cada rancho.
El 31
de agosto de 1844 reportó la plantación de 589 paraísos y 2.596 duraznos, junto
con sauces, álamos, damascos, peras, manzanas, higueras y nogales. Por falta de
tiempo, pidió más personal para continuar con las tareas de la quinta.
Entre
las plagas, comenta sobre el bicho canasto, por lo que requiere escaleras altas
para erradicarlos (a mano); y respecto a las vizcachas, informó que las
combatían quemando bosta en sus cuevas. También solicitó veneno contra ratones.
El 27
de mayo de 1845 pidió ayuda a Rosas para interceder ante las autoridades
provinciales; una tropa de carretas que venía de Tucumán con doña Isabel Millán
(prima hermana de su mujer Benicia Reboredo Roca), fue asaltada por indios y
sus hijas Jacoba y Mercedes Fervor Millán fueron llevadas cautivas. Ambas
fueron rescatadas meses después en Córdoba.
El 1°
de septiembre de 1846 detalló la dotación de personal de la estancia, compuesta
por domadores, puesteros, quinteros, y otros oficios. Lamentó la falta de mano
de obra local, señalando que algunos peones gallegos contratados maltrataban
animales y dañaban herramientas, e incluso algunos fueron puestos en el cepo
por robo. Indicó además que para tareas específicas como la yerra o el rodeo se
contrataban peones con tropilla propia, remarcando que no se permitía el
trabajo sin paga ni el uso de caballos ajenos. La estancia tenía los siguientes
puestos: San Miguel, San Antonio, San Pablo, San Juan, San Pedro y Recoleta.
Con preocupación reporta, ese mismo día, la cantidad de hacienda ajena (de
vecinos) que con frecuencia y constancia comen el campo, detalla lo siguiente:
en San Martín, 200 de José M. Ezcurra; en San Miguel y San Juan, 1000 de
Ignacio Castillo; en San Pedro, 500 de Santiago Villamayor; en San Antonio, 200
de Juan Robledo y 150 de Feliciano Gómez; en La Recoleta, 1000, además 2000
ovejas y 200 yeguas de Da. Valle, y también 100 vacunos, 100 yeguas y 2000
ovejas de Andrés Valle; además 100 de Guillermo White y 200 de José M. Alegre,
Total 7750.
Las
carretas que transportaban mercadería a San Martín regresaban a Palermo
cargadas con frutas, huevos (de gallina y de avestruz), charitos, plumas de
pavo real (animales que Rosas solicitó se criaran en los puestos), entre otros
productos.
Luego de su paso por la Estancia San Martín, Schoo arrendó el campo de Francisco Álvarez en Moreno, destinado a ganadería, y posteriormente se trasladó a Pergamino. Allí, en 1861, escrituró y pobló la Estancia “La Benicia”. Dionisio Schoo Villafañe falleció en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1889.
Nota aclaratoria: Las construcciones que quedan de la estancia San Martín, se encuentran en el actual Partido de la Matanza